La historia de este hombre es otro ejemplo de lo mal que solían acabar los hombres que trataban de emular a un dios. Pero la estupidez de Salmoneo fue tal que se decía a menudo que se había vuelto loco: fingió ser Zeus. Se fabricó un carro que provocaba un fuerte estrépito metálico al moverse y, el día del festival de Zeus, lo condujo como un loco por toda la ciudad, lanzando teas y gritando a la gente que lo adorara porque él era Zeus el tonante. De inmediato, se produjo el estruendo de un auténtico trueno y se vio un haz de luz. Salmoneo cayó de su carro, muerto.
Este relato se cuenta a menudo relacionándolo con los tiempos en que se practicaba la magia atmosférica. Salmoneo, segun este punto de vista, sería un mago que trataba de atraer las lluvias imitándolas, una dorma de encantamiento bastante habitual.
Mitos breves, Edith Hamilton.
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