Su historia es única, puesto que en lugar de que un dios se enamore de una doncella que lo desdeña, es ella la que se enamora de un dios reticente. Clitia amaba al dios sol y él no sentía el más mínimo interés por ella. Así que se consumía sentada en el suelo, al raso, donde podía verlo, volviendo su rostro y siguiéndolo con los ojos mientras él surcaba los cielos. Y, mirando fijamente hacia el sol. se transformó en un girasol, la flor que siempre mira hacia el astro rey.
Mitos breves, Edith Hamilton.
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