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Debido a la escasez de tiempo por asuntos escolares entre otros, dedicaré a proveer información de la autora Edith Hamilton de su libro Mitología una hora como mínimo todos los días. Este blog se irá construyendo poco a poco, les pido paciencia.

viernes, 29 de marzo de 2013

ARISTEO

Era el guardián de las abejas, hijo de Apolo y de la nereida Cirene. Por causas desconocidas, todas sus abejas murieron  y entonces él acudió a su madre en demande de ayuda. Cirene le dijo que Proteo, el sabio y anciano dios del mar, era quien podía enseñarke a prevenir otra catástrofe de ese tipo, pero sólo lo haría bajo coacción. Aristeo tenía que atraparlo y mantenerlo sujeto, tarea bien difícil como ya había averiguado Menelao cuando volvía de Troya. Proteo tenía el poder de convertirse en todo tipo de cosas distintas. Sin embargo, si su captor mostraba la determinación suficiente como para no soltarlo durante todas esas transformaciones, acababa por rendirse y concedía lo que se le pidiera.
Así que Aristeo acudió al refugio favorito de Proteo, la isla de Faros (o los Cárpatos, como señalaban otros autores). Allí apresó al escurridizo dios y no lo soltó a pesar de las terribles formas que fue adoptando, hasta que se desanimó y volvió a su propia forma. Entonces, le dijo a Aristeo que hiciera un sacrificio a los dioses y dejara los cuerpos de los animales muertos en el altar. Nueve días más tarde debía regresar y examinarlos. Aristeo obedeció y al noveno día se encontró con un milagro: sobre uno de los cadáveres zumbaba un gran enjambre de abejas. Y nunca más tuvo que preocuparse porque sus insectos sufrieran de ninguna epidemia o mal.

Mitos breves, Edith Hamilton.

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